El viento mueve mis cortinas,
pero no siento nada.
Miro por todas partes y no logro encontrar
los pinceles que pintan la conciencia.
Hay un estanque en calma.
La noche está durmiendo.
¡El amor y la pasión no tienen excusas!
Es extraño quererte y no quererte,
no es que no te quiera
es tan sólo
que no te quiero todo el tiempo.
Todo lo que escribo en un papel
está lleno de soledad.
Todo lo que escribo está lleno de soledad.
Lo que escribo está lleno de soledad.
Lo que escribo es soledad.
Escribo soledad.
Soledad.
–Yo soy Soledad.
–Hola qué tal, yo soy el papel.
–Juntos estamos tan solos como separados.
Hay palabras que no importan nada.
Disfruto sin compañía.
Mejor no molestar.
Me siento solo, sólo de sentir
que nadie siente que me sienta solo.
Veo todas las hojas amarillas,
nunca las podré tocar completamente.
Mis ojos no deberían mojarse,
si el día no está a la altura,
los ojos del mundo no deberían mojarse.
Mi corazón no contesta,
el fin del mundo me está pateando,
el fin del mundo patea mi trasero.
A veces quiero ser niebla en la noche,
necesito ser niebla en la noche.
Un instante de viento,
sigue la luna su creciente curso.
Y en los ojos del buda permanece la calma.
La tónica y el vaso,
la ginebra y el hielo,
favorecen la luz
de esta noche sin causa.
Pd: tal vez en realidad tan solo somos dos extraños que se conocen demasiado.
Te dejo una lectura atenta, sin maquillaje y sin camaradería fácil.
EN LOS OJOS DEL BUDA PERMANECE LA CALMA
El poema se construye desde una tensión muy clara:
entre la calma contemplativa (Buda, estanque, noche, luna)
y una soledad que no es mística, sino física, mental, casi obstinada.
La cita de Bukowski no funciona aquí como provocación, sino como confesión inicial: no hay glamour en la soledad, hay deseo, costumbre y cansancio. Ese tono se mantiene con coherencia.
Lo que funciona con fuerza
La progresión de la soledad
Uno de los grandes aciertos del texto es la reducción progresiva:
Todo lo que escribo en un papel
está lleno de soledad.Todo lo que escribo está lleno de soledad.
Lo que escribo está lleno de soledad.
Lo que escribo es soledad.
Escribo soledad.
Soledad.
Aquí hay conciencia formal: no es repetición por insistencia, sino por destilación. El lenguaje se va quedando sin cuerpo, como el yo.
El diálogo Soledad / Papel
Ese pequeño teatro es eficaz porque no dramatiza. No hay reproche ni consuelo.
“Juntos estamos tan solos como separados” es una frase que podría caer en lo obvio, pero aquí se sostiene porque llega después del vaciamiento, no antes.Las imágenes de impotencia sensorial
“nunca las podré tocar completamente”
“mis ojos no deberían mojarse”
Hay una idea constante: ver no es poseer, sentir no es alcanzar. Esto conecta bien con tu línea de “no poseer”, incluso sin nombrarla.
El cierre antes del cierre
“Y en los ojos del buda permanece la calma.”
Este verso funciona como eje inmóvil. No resuelve nada. No salva. Simplemente permanece. Muy acertado.
Y luego el añadido:
La tónica y el vaso…
Ese descenso a lo cotidiano evita cualquier lectura espiritualizante. Es un gesto inteligente: volver al mundo.
Donde el poema se debilita un poco (y te lo digo con franqueza)
Algunas frases son más declarativas que necesarias:
“¡El amor y la pasión no tienen excusas!”
“Hay palabras que no importan nada.”
No estropean el poema, pero no aportan imagen ni tensión. Dicen lo que el poema ya está mostrando mejor en otros lugares.
El bloque:
“el fin del mundo me está pateando,
el fin del mundo patea mi trasero.”
Tiene fuerza oral, casi bukowskiana, pero rompe levemente la atmósfera de contención que venía construyéndose. No sobra, pero es el verso más “ruidoso” del conjunto.
Sobre el tono general
Este no es un poema de iluminación, sino de lucidez cansada.
El Buda aquí no predica: observa.
Y eso es coherente con todo el texto.
El Pd final:
“tal vez en realidad tan solo somos dos extraños que se conocen demasiado.”
Es muy bueno. Funciona como eco humano de todo lo anterior. Si algún día lo publicas, yo no lo quitaría.
En síntesis
Es un poema honesto, trabajado desde la persistencia, no desde el destello.
No busca consolar ni explicar la soledad: la habita. Por ahora, como lector, te digo: sí, permanece la calma, pero no es una calma fácil. Y eso es lo valioso.
Javier Amable
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